sábado, 19 de abril de 2008

La presión el grupo


Muchas veces entendemos cuáles son los comportamientos que la sociedad espera de nosotros; pero puede ocurrir en algún caso que dentro del grupo se establezcan reglas y nos dejemos llevar por ellas para poder continuar dentro del grupo, aún cuando nos lleve a hacer cosas que sabemos que no deberíamos hacer.

Esto es la presión de grupo. ¿Has pensado en actitudes que individualmente no hubieras tenido pero estando todos juntos en grupo se hacen más fáciles? Por ejemplo burlarnos o “pasar” de alguien, ser prepotentes, mostrar dominio o poder frente a otro, causar daños o agredirle, etc.
Participar en un grupo es muy positivo y recomendable, pero ello no debe significar la pérdida de nuestra identidad personal, debemos distinguir lo que está bien y lo que está mal, aún cuando tengamos el apoyo de nuestros amigos.
A todos nos gusta tener amigos y amigas, y nos importa caer bien a los demás para que deseen entablar buenas relaciones con nosotros. En definitiva, nos interesa ser aceptados por el grupo con el que compartimos la mayor parte del día.
También vemos en la escuela que cuando un compañero o compañera no se “adapta” a la forma de ver las cosas del resto se queda solo o sola, le aislamos.
Por eso, muchas veces seguimos la corriente al grupo y hacemos cosas con las que no estamos realmente de acuerdo para que no nos ocurra lo mismo.
En estos casos debemos recordar que la primera ley entre los “iguales” es la reciprocidad, que se parece mucho a un espejo: “si yo soy amable contigo, tu serás amable conmigo”; “si yo no atiendo tus peticiones, tu no responderás a las mías”.
Si siempre pensamos de esta forma, no haremos a nuestros compañeros y compañeras aquello que no queremos que nos hagan a nosotros; y mejor aún, nos comportaremos con ellos o con ellas de la misma manera que deseamos que ellos se comporten con nosotros.
Cuando el “espejo” se rompe

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